Tienen menos de 35 años y sólo la mitad de ellos terminó el primario. En general estaban viviendo en pareja cuando los detuvieron, y no tienen oficio ni profesión. Casi todos están presos por delitos contra la propiedad cometidos en los últimos cinco años. Son los hombres que habitan el penal de Villa Urquiza, condenados o con un proceso penal en trámite.
La Dirección Nacional de Política Criminal elaboró el informe del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (Sneep), en el que describe las características de las personas que estaban privadas de la libertad el año pasado en establecimientos carcelarios. En el caso de Tucumán, se trata de la descripción de 1.046 presos distribuidos en el complejo penitenciario de Villa Urquiza, la unidad de encausados de Concepción y el Instituto de Rehabilitación Femenino “Santa Ester”, de Banda del Río Salí.
El 60% de los detenidos no supera los 34 años, de acuerdo al Sneep. Hay 61 jóvenes de 18 a 20 años, 198 de 21 a 24 y 364 de 25 a 34. Los que superan esas edades han ingresado al sistema penitenciario hace varios años. Solamente el 3% de los reos tiene más de 65 años.
Otra característica de los detenidos de Tucumán es que casi ninguno terminó una carrera luego de egresar del secundario. Hay ocho presos con título universitario y siete que completaron una carrera terciaria. Por el contrario, 130 detenidos no tienen ningún tipo de instrucción, 272 no terminaron el primario y de los 203 que empezaron la escuela media, sólo llegaron a egresar 59 (el 6%).
Por otro lado, el 50,6 % de los presos aseguró que vivía en concubinato al momento de la detención. Sólo el 9,8% de los reclusos contrajo matrimonio, y el 40% restante es soltero.
De los reos, el 28% no tenía trabajo y el 55% tenía un empleo de tiempo parcial. El 58 % no posee conocimientos en oficios ni tiene una profesión, de acuerdo al informe del Sneep.
Finalmente, el 50% se encuentra privado de su libertad (ya sea con prisión preventiva o condenado) por delitos contra la propiedad como el arrebato, el robo y el robo agravado (generalmente por uso de arma de fuego).
Sin trabajo y excluidos
“Es complejo realizar un análisis porque entran a jugar varios factores. Pero se relaciona con una población de una edad en la que se comienza a trabajar. Son jóvenes generalmente de barrios marginales, con pocos estudios y por lo tanto poca capacidad laboral, y con una oferta de trabajo genuino escaso”, definió Matías Lorenzo Pisarello, de la organización de derechos humanos Andhes. “Claramente este grupo etario se termina volcando a una solución de acceso fácil al dinero, que es robar”, añadió.
Lorenzo Pisarello remarcó que es necesario un estudio más profundo para poder sacar conclusiones claras, pero de un primer análisis surge que la falta de trabajo genuino para cierto sector de la sociedad tiene una fuerte incidencia. “(El delito) es un acceso mucho más fácil para solucionar problemas económicos”, explicó.
“Básicamente, es exclusión. Son los hijos de la década del 90 que han quedado excluidos del sistema, no solo en lo económico, sino también en lo social y en lo cultural. Son chicos escupidos del sistema y de la escuela, y que durante este modelo de los últimos años no encontraron lugares de contención social”, consideró Guillermo Puig, profesor de Criminología de la Universidad Nacional de Tucumán.
El abogado describió que hay una mezcla de necesidades que los jóvenes buscan satisfacer de cualquier manera. “El tema, a veces, es necesidad de qué. No siempre es una cuestión alimenticia, de que roba para comer, sino para costearse algo que no pueden tener. Y no hay que dejar de lado el crecimiento del factor droga en los últimos 10 o 15 años, que también golpeó en esta franja etaria”, añadió Puig.
Medios y fines
El director del Observatorio de Políticas Públicas en Seguridad Ciudadana de la Facultad de Derecho de la UNT, Leandro Halperín, describió lo que llamó la matriz cultural del delito en Argentina: “Nuestro país tiene un problema de fines. La sociedad dice qué hay que alcanzar para tener éxito: un auto, un departamento, ropa nueva, play station. El que tiene lo que el dinero puede comprar, es exitoso. Los que no tienen los medios se conforman con el lugar que les tocó en la sociedad, o buscan por un camino alternativo. Dentro de estos últimos hay dos variantes; los que lo hacen por el lado lícito, siendo creativos o con sacrificios, y los que lo buscan con el delito. Y en definitiva buscan lo que la sociedad les dice que hay conseguir para tener éxito”.
“Lo que hay en la cárcel, en casi el 85%, son personas que cometieron delitos con el objetivo de ganar plata. Esa es la matriz cultural del delito en Argentina, es la diferencia entre medios y fines. Es más importante tener éxito que tener prestigio”, concluyó Halperín.
La vida dentro del penal
En general participan de actividades recreativas y tienen “buena conducta”
Una amplia mayoría de las personas que están privadas de la libertad en dependencias del servicio penitenciario, participa de actividades recreativas (92%), recibe asistencia médica (96%) y es visitado por sus familiares (94). De acuerdo al informe del Sneep, en general los presos tienen buena conducta: el 85,7% no participó de ninguna alteración del orden, y el 79,1% no cometió ninguna infracción disciplinaria. Quienes sí lo hicieron sufrieron sanciones. Hubo 149 presos que durante el año pasado tuvieron que permanecer en su celda 15 días ininterrumpidos, 25 que no pudieron salir del calabozo durante siete fines de semana seguido y otros 37 que fueron trasladados a otro sector con un régimen más severo. Sólo 25 reclusos fueron calificados como de “pésima conducta” y 24 como de “mala conducta”. Cuatro presos intentaron quitarse la vida durante 2014, y 42 resultaron lesionados durante peleas con otros internos. Además, ninguna de las 31 mujeres que está detenida en Banda del Río Salí tiene hijos a su cargo.
Régimen de condenados
Luego de un tiempo, algunos sentenciados pueden pedir salidas transitorias
De los presos que están en la cárcel y que tienen condena, hay 228 que deben purgar entre tres y nueve años de prisión, y 32 que fueron sentenciados a prisión perpetua. En este último caso, sólo pueden solicitar beneficios como libertad condicional una vez que hayan cumplido 35 años en la cárcel y sólo si tienen buena conducta. Durante 2014 hubo 212 presos a los que no les dieron salidas transitorias y 32 a los que les revocaron o les suspendieron el beneficio. Hubo 30 personas que lograron obtener un régimen de semidetención, y que salieron durante el día para estar con su familia, regresando todas las noches para dormir en la cárcel. Al contrario, hay una persona que cumplió prisión diurna, y por las noches pudo pernoctar en su casa. Además, 104 presos consiguieron autorizaciones para visitar a sus familiares en ocasiones especiales.
CON PRISIÓN PREVENTIVA
Casi el 60% no tiene condena, y la mayoría no tiene trabajo ni recibe capacitación
De los 1.046 presos que tenía el servicio penitenciario provincial en diciembre de 2014, contaban con una condena el 43,3 % (453). El resto se encontraba con prisión preventiva, a la espera de un juicio oral. El 67% de todos los privados de su libertad en las prisiones de Tucumán fue detenido en los últimos cinco años. Hay 24 personas que están presas desde hace más de 15 años, que todavía no obtuvieron el beneficio de libertad condicional. Además, hay 679 reos (74%) que no tuvieron acceso a un trabajo remunerado y el 99% no recibió ningún tipo de capacitación laboral. La cifra también es alta en relación a los que no participan de un programa educativo (85,3%). De los que estudian, hay 52 presos que están tratando de terminar el primario, 68 que cursan materias del secundario y tres que están realizando una carrera universitaria.